Es algo conmovedor la ternura de una mujer. No sé que ha puesto Dios en ella, pero me fascina. Una mujer puede sacar dulzura y amor de donde sea. Y lo más dulce es ver la ternura de una mujer que ha sido amada y ver su reacción diaria con la gente, especialmente con los niños.
Siempre me ha gustado las manifestaciones cotidianas de la ternura de la mujer, escribo un recuerdo de cómo la ternura puede cambiar todo un ambiente: Un tiempo viví cerca de una panadería. Siempre iba a comprar pan allí. Una adorable mujer atendía con tal delicadeza y con ánimo alegre, que siempre daba gusto comprar pan allí. El que menos quedaba sencillamente impactado. Los niños la conocían. Siempre se veía alegría en su rostro. No está demás indicar el tremendo atractivo que despertaba.
Pero un día todo cambió. Ya no había esa mirada cálida. El proceso se redujo a una simple transacción comercial. Nunca supe porqué, pero lo notaba. Más de una vez traté de animarla y hasta una vez le pregunté si estaba bien. Sólo recibí una evasiva seguida de una mirada fría y desconfiada.
Desde allí hasta que me mudé no disfruté de comprar pan. Reflexioné sobre el positivo impacto de la manifestación de la ternura de la mujer. Nadie debería quitarle la ternura a una mujer. Lo contrario a la ternura es la frialdad del corazón. Es llevar la rabia dentro. Eso consume la bondad y la deja sin nada, solo tristeza. Y una persona triste difícilmente puede ocultar su tristeza.
Las mujeres son seres tan distintos a nosotros los hombres. Tienen una fragilidad y a su vez una fuerza increíble para alegrarnos el día fácilmente con detalles. La ternura se aprecia en la forma de mirar, en el saludo, en la manera de estrechar una mano y hasta en la manera de dirigirse. También se observa en situaciones en las que sería más fácil recurrir a la dureza, como por ejemplo cuando quieren corregirnos algo.
Es con esas manifestaciones que los hombres podemos intuir cómo es una mujer. Realmente creo que uno de los ingredientes del amor es esa ternura. Una buena dosis de ella le da una dimensión más amplia y significativa a cualquier relación. La ternura y la pasión forman una mezcla que nutre, refresca y renueva la relación entre las personas que se aman. La pasión sola se extingue fácilmente, en tanto que la ternura te obliga inconscientemente a reacionar de igual o mejor forma.
Los hombres no solemos ser tiernos en público. No corremos ese riesgo. Las mujeres lo hacen casi siempre. Es la ternura esa sensibilidad especial indefinible que muchas mujeres demuestran cotidianamente y a la que tanto agradezco porque siempre me recuerdan que hay bondad en el corazón del ser humano. |